Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Mucha luz es como mucha sombra: no deja ver.


“HUBIESE SIDO MEJOR VENIR A LA MISMA HORA. SI VIENES, POR EJEMPLO, A LAS CUATRO DE LA TARDE, COMENZARÉ A SER FELIZ DESDE LAS TRES, CUANTO MÁS AVANCE LA HORA, MÁS FELIZ ME SENTIRÉ. A LAS CUATRO ME SENTIRÉ AGITADO E INQUIETO ¡DESCUBRIRÉ EL PRECIO DE LA FELICIDAD! PERO SI VIENES A CUALQUIER HORA, NUNCA SABRÉ A QUÉ HORA PREPARAR MI CORAZÓN.

…ES SIMPLE, NO SE VE BIEN SINO CON EL CORAZÓN, LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS…”