Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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"Nada de amores a medias, que yo no soy ninguna naranja.”


“Ven, ámame entera.
Con cicatrices y heridas de guerra.
Enamórate de mis enredados
cabellos matutinos, de la canción que
canto bajito porque me da vergüenza,
del pijama que uso los domingos.
Quiéreme del todo o mejor
no me quieras.
Busca mi peor defecto y hazlo
tu mayor anhelo.
Gánate el verme pasar de blanco
a negro, sin grises de por medio.
Provócame una risa verdadera,
y no la que guarda composturas.
Nada de amores a medias, que

yo no soy ninguna naranja.”