“Ven, ámame
entera.
Con
cicatrices y heridas de guerra.
Enamórate de
mis enredados
cabellos matutinos,
de la canción que
canto bajito
porque me da vergüenza,
del pijama
que uso los domingos.
Quiéreme del
todo o mejor
no me
quieras.
Busca mi
peor defecto y hazlo
tu mayor
anhelo.
Gánate el
verme pasar de blanco
a negro, sin
grises de por medio.
Provócame
una risa verdadera,
y no la que
guarda composturas.
Nada de
amores a medias, que
yo no soy
ninguna naranja.”