Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Siempre hay algo por lo que luchar


Tengo la manía de hacerlo todo de golpe. De pensar en el momento, de olvidarme de lo que viene después. El vicio de no mirar a los ojos y el de confiar a la mínima. El vicio de no parar hasta caerme, o hasta que consigan pararme. El de cantar en la ducha la canción más penosa del mundo, o el de arriesgar al máximo con los bordillos de las aceras. El de querer a alguien al límite. También tengo el vicio de equivocarme, de cometer errores que son difíciles de reparar, y luego arrepentirme. Soy de las que piensan que lo que tenga que ocurrir ocurrirá. No soy de forzar las cosas, pero tampoco soy de esperar. Soy de las que viven rápido para no pensar. Soy de las que actúan y luego piensan, de las que aparentemente les da un poco todo igual. De las que se contradicen. De las que no tienen nada demasiado claro. Aunque firme a sus decisiones. Creo en el destino. Soy de las que dicen nunca más y siempre vuelven. De las que lo intentan y lo acaban consiguiendo. Siempre procuro ir más allá del intento. Soy de las fuertes, bastante más de lo que aparento, bastante más de lo que en verdad pienso. Pienso que hoy estamos aquí, mañana allí, la vida puede dar giros de hasta 360º. Creo que hasta lo mas insospechado puede ocurrir. De las que no planean nada, de las que intentan que todo surja según el momento. Para qué malgastar el tiempo, para qué reducir lo necesario, para qué llorar si la vida te da muchos momentos para reír, para que mentir si lo único que haces es engañarte a ti mismo, para qué enfadarnos con amigos si ellos son con los que puedes contar y con quien desahogarte en esos malos ratos, para qué alejarte de la persona que más quieres por gente que ni siquiera sabe el significado de la palabra "amor", para qué tener miedo, para qué fijarse en cosas fascinantes si lo que más importa lo tienes ahí al lado, para qué deprimirse por una frase insignificante que dijo alguien que no valora todo eso que hiciste. Para qué mirar la vida de ese modo negativo, si podemos mirarla por la perspectiva que cada uno quiera.