Tengo
la manía de hacerlo todo de golpe. De pensar en el momento, de
olvidarme de lo que viene después. El vicio de no mirar a los ojos y
el de confiar a la mínima. El vicio de no parar hasta caerme, o
hasta que consigan pararme. El de cantar en la ducha la canción más
penosa del mundo, o el de arriesgar al máximo con los bordillos de
las aceras. El de querer a alguien al límite. También tengo el
vicio de equivocarme, de cometer errores que son difíciles de
reparar, y luego arrepentirme. Soy de las que piensan que lo que
tenga que ocurrir ocurrirá. No soy de forzar las cosas, pero tampoco
soy de esperar. Soy de las que viven rápido para no pensar. Soy de
las que actúan y luego piensan, de las que aparentemente les da un
poco todo igual. De las que se contradicen. De las que no tienen nada
demasiado claro. Aunque firme a sus decisiones. Creo en el destino.
Soy de las que dicen nunca más y siempre vuelven. De las que lo
intentan y lo acaban consiguiendo. Siempre procuro ir más allá del
intento. Soy de las fuertes, bastante más de lo que aparento,
bastante más de lo que en verdad pienso. Pienso que hoy estamos
aquí, mañana allí, la vida puede dar giros de hasta 360º. Creo
que hasta lo mas insospechado puede ocurrir. De las que no planean
nada, de las que intentan que todo surja según el momento. Para
qué malgastar el tiempo, para qué reducir lo necesario, para qué
llorar si la vida te da muchos momentos para reír, para que mentir
si lo único que haces es engañarte a ti mismo, para qué enfadarnos
con amigos si ellos son con los que puedes contar y con quien
desahogarte en esos malos ratos, para qué alejarte de la persona que
más quieres por gente que ni siquiera sabe el significado de la
palabra "amor", para qué tener miedo, para qué fijarse en
cosas fascinantes si lo que más importa lo tienes ahí al lado, para
qué deprimirse por una frase insignificante que dijo alguien que no
valora todo eso que hiciste. Para qué mirar la vida de ese modo
negativo, si podemos mirarla por la perspectiva que cada uno quiera.
Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.