Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Lo que creía esencial ha dejado de serlo



He cometido muchos errores. He llorado por quien no debía y he reído con falsas amistades. He tropezado dos veces con la misma piedra y cuando pensaba que ya no lo haría más me empujaron y caí estampada con la tercera. He perdonado mucho, hasta que me tomaron por tonta. He callado te quieros que por miedo o por inseguridad se quedaron en el aire. Ha habido veces que me he despertado con ganas de comerme el mundo y otras que parece que el mundo me comía a mí. He gritado con fuerza pero mi voz nunca salía. He callado verdades por no hacer daño. He salido sin ganas de fiesta y he vuelto con los tacones rotos de tanto bailar. He pasado por fases: he sido una niñata inmadura e insensible y he madurado a base de palos. He creído en lo imposible hasta que se destrozaron mis metas. He abrazado a la persona que pensé que nunca me haría daño y me dado cuenta de que esa persona no se merecía ni el roce de mi piel. He besado con dulzura, he besado con pasión. Ha habido días que me sentía preciosa y otros que no quería ni mirarme al espejo. He soportado miles de dias grises y he llorado sin consuelo. He disfrutado de pequeños detalles y he aprendido poco a poco en qué consiste la vida. Y hoy puedo decir que soy estúpidamente feliz. Pero no soy feliz en sí, soy una persona que a las 2 de la madrugada recuerda momentos del día que consiguen hacerla sonreir, con esa risa contagiosa que a los 5 segundos de haber sonado provoca un 'SHHHHHH, QUE ES MUY TARDE!' procedente del otro lado de la pared contigua. Toco a cualquier perro que pase por mi lado y sigo sacando la lengua a los niños pequeñines que me sonrien por la calle. Hazme caso, come nocilla con los dedos, escucha la canción que más pequeño te haga sentir y alégrate porque está lloviendo y no tienes paraguas. Porque reirse sin un por qué establecido no es de locos, sino de supervivientes.