Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Porque no hay relojes que paren el tiempo, ni venden frascos cargados de sonrisas.



Ella se mira en el espejo todos los días, y nunca se parece suficiente a si misma. 
Trata de subirle el autoestima a los demás cuando el suyo está por el subsuelo.
Y a pesar de todas sus dudas e inseguridades, ella actua feliz y sonriente, incluso cuando
lo único que pasa por su cabeza son palabras tristes y desoladas.