Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Me voy pero no te olvido.


Amigo, hoy soy el chico del corazón roto, el de la sonrisa al revés. Y es que ya no soy nada para ella. Solo me quedan esas fotos que son fáciles de borrar, pero los recuerdos no. No puedo sacarla de mi cabeza, lo he intentado, muchas fueron las veces que dije "es la última vez". Y créeme que lo he intentado, he intentado todo para sacarla de mi mente, pero, cuando estoy a punto de olvidarla vuelve ella y con un simple plaf, hace que todo lo que tanto trabajo me había costado olvidar, aparezca en un momento. Por eso he decidido marcharme, lejos, y no te creas que me he hecho a la idea de decirle adiós, pero me voy porque no me ha suplicado que me quede. Yo ya no puedo hacer más, ella sabe lo que siento. Para mí siempre será mi pequeña, aunque en todo momento ha sido la más grande.