Piensas. Empezamos mal. Bueno, pensar es bueno, pero
demasiado tiene consecuencias catastróficas. Pero eso pasa siempre. Deprime, o
te hace replantearte lo que tenías por seguro. Y luego están los sentimientos..
En realidad no sirven de nada. Como me dijo alguien alguna vez, "El amor,
cuando se demuestra, muere." Y es la verdad. Por ejemplo. En la
literatura. ¿Cuándo ha tenido éxito un amor fácil, sin problemas, perfecto?
NUNCA. Los líos, las dudas, el "ahora si, ahora no", eso le gusta
mucho a la gente. Es natural. Pero, científicamente, el amor es otra hormona
que estimula nuestro nivel de felicidad. Solución: comer chocolate. El problema
es cuando duele, el sufrimiento. "No me quiere, ¿por qué no me
quiere?" Todos, en algún momento, hemos sufrido por amor. NO NOS MORIMOS
POR ELLO. Toca asumirlo, de vez en cuando quejarse y fin. Y QUIEN CAMBIE PARA
GUSTAR A LOS DEMÁS ES PORQUE CARECE DE PERSONALIDAD. (Algo típico en los
tiempos que corren...) El mérito es de quien tiene el valor de decirlo, de
admitirlo, de no tener miedo a la derrota, de quien no cambia por nadie ni se
vende por cualquiera. Las cosas hay que pensarlas. Pero no mucho, no vaya a ser
que duelan.