Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Estoy en modo sentimental.




Todo lo que me gustaría pedir es imposible de envolver, de rodear con un gran lazo rojo o de poner debajo de un árbol. Lo que me gustaría pedir es que todos los relojes se pararan por un segundo y las pantallas se apagasen para poder mirarnos a los ojos, sonreírnos y decirnos todo lo que nos está estallando por dentro. Toda esa dinamita que no nos deja bailar con la vida y nos obliga a cronometrar lo tarde que llegamos a los sitios. Si pudiera, haría sonar una gran orquesta que inundara de música todo el mundo para enseñarles a los niños que existe la magia y mostrarle a sus padres que deberían olvidarse de buscar el truco. Que no hay truco, que veces la vida nos atropella, dispara o nos deja arañando las aceras de las calles en busca de un resquicio de ilusión, pero que también es bonita, que merece la pena. Por esos momentos en los que suena tu canción favorita en la radio o tu amigo te espera en el lugar de siempre. Esos momentos en los que lo ves reírse como si le diera todo igual o ese maldito instante en el que él te mira y derrumba tus muros. Aquella noche en la que te pareció que podías conquistar el mundo, el peor error de tu vida o esa vez en la que te empeñaste en convertirte de una vez por todas en acierto. Todo merece la pena. Merece la pena romperse la falda para luchar contra un mundo que a veces es tan injusto pero que no para de girar alrededor del sol para que no olvidemos lo bonito que es bailar alrededor de quien te da luz, calor, de quien te da vida. Con respecto a mí, sigo descubriendo lo que soy pero sigo teniendo claro que es lo que quiero ser: Feliz. Tú deberías serlo también, porque un año más, una vez más, nos lo merecemos.