Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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After


-No eres mi tipo, de la misma forma que yo no soy el tuyo –dice-. Pero por eso somos buenos el uno para el otro. Somos muy diferentes, pero a la vez iguales. Una vez me dijiste que saco lo peor de ti. Pues tú lo mejor de mí. Sé que tú también lo sientes, Tessa. Y, sí, no me gustaba salir con nadie, hasta ahora. Haces que quiera salir contigo que quiera ser mejor persona. Quiero que pienses que te merezco; quiero que me desees como yo te deseo a ti. Quiero discutir contigo, incluso que nos gritemos hasta que uno de los dos admita que se equivoca. Quiero hacerte reír, y escuchar tus desvaríos sobre los grandes clásicos… Te necesito. Sé que a veces soy cruel…, bueno, casi siempre lo soy, pero eso es porque no sé ser de otra manera. – Su voz se convierte apenas en susurro, y me mira con los ojos desorbitados-. He sido así durante tanto tiempo que nunca había querido cambiar. Hasta ahora, hasta que te conocí. Tú… ¿Sientes lo mismo? – me pregunta, y yo asiento.
-No asientas. Por favor, dilo. – La desesperación alimenta sus palabras.
-Sí, Hardin, siento lo mismo – le digo. No me sale un discurso tan bonito o significativo como el suyo, pero esas sencillas palabras parecen bastarle.
-Y ¿qué hacemos ahora? – pregunta -. Soy nuevo en esto – añade sonrojándose.
-Bésame- le digo

Todo parece un sueño. De alguna forma, sé que se trata de la calma que procede a la tormenta, pero ahora mismo él es mi ancla. Y espero que no me hunda.