Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Los príncipes no existen... Son los padres.


No soy princesa ni quiero un cuento donde todo sea perfecto, quiero un hombre que me quiera y ser felices, pero no comer perdices, que me coma a mi. Estoy cansada de sapos que fingen ser príncipes, de príncipes que se tiñen de azul. Estoy cansada de eso, yo quiero a alguien de verdad.