A mi chica de Garwey:
Eres un ángel por ir a ver a mis padres.
Ya te dije que mi madre no te odiaba, bueno en fin... ya no.
Estás en mi fuerte donde solía ir a meditar.
Aquí es donde me quedé pensando en ti, después de vernos por primera vez.
Al principio no me pareciste real, nunca había visto tantos colores en una chica, pero era como si siempre hubieras estado allí, tu y todos tus colores.
¿Recuerdas lo primero que me dijiste?
-Me he perdido.
A mi no me pareciste estar perdida
Y Lo de no hablar no duró, al poco tiempo ya no podía hacerte callar. Pero estabas encantadora intentando impresionarme con William Blake y tus grandes planes.
Yo no tenía ni idea de que hablabas, pero no podía evitar que me gustara escucharte.
En ese momento me enamoré de ti.