Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Querida yo:


Estás como en una nube, así es, no vienes de ningún sitio y no vas a ningún sitio. Por tu cabeza sólo pasan preguntas del tipo: ¿Qué va a ser de mí? ¿Estoy haciendo bien? En realidad la vida que estás llevando no es mala si se trata de mirar el presente pero, ¿Y el futuro? Eso es lo que no tienes nada claro aún y no tener en tus manos una decisión tan importante lo único que hace es consumirte lentamente. Sabes que cualquier cosa que haces cuando te pones, lo haces bien, sea lo que sea, pero el problema es que ahora están interviniendo otros factores externos que no están en tu mano. Un día te despegas con mucha fuerza, pero al día siguiente estás hundida. No sabes muy bien por dónde agarrar tu vida. Estás bien pero no eres feliz al 100%. ¿Te falta algo o te sobra algo? Piénsalo bien. Eres inteligente como para saber alejar lo que te hace que no progreses. Quizás es tu cabeza la que te está jugando una mala pasada, es muy probable, pero hasta que tu mente no esté tranquila con todo no podrás evolucionar, y eso lo sabes mejor que nadie. Cuando tienes una preocupación, aunque sea la más mínima, te afecta en todo lo que haces. Tienes que estar al 100% para que todo salga como tú quieres, o sea, bien.