Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Hoy es el mañana del que te preocupaste ayer.


Para bien, o para mal, me da igual. Solo sé que de palos yo aprendo y que el tiempo lo cura todo. He comprendido que es mejor no esperar nada, si no dejar que pase, y disfrutar mientras tanto. Que lo importante es los que están, no los que se han ido. Las personas que están ahí día a día, sacándote una sonrisa. Quién nunca te ha fallado y de quién estás segura que jamás lo haría. Compartir millones de momentos y que todos ellos sean felices, eso no tiene precio. Hay que mirar al futuro y lo que tenga que venir que venga pero siempre teniendo a alguien con quien contar.