Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Días de lluvia

Hay momentos en los que me derrumbo, en los que me gustaría permanecer en la sombra. Momentos en los que grito fuerte, muy fuerte y no pasa nada, solo mis lágrimas caen más y más rápidas y mi dolor aumenta cada vez más, como cuando te van clavando poco a poco alfileres, los primeros apenas lo notas, luego aguantas el dolor, mas tarde ya no puedes más.
Es una sensación que intentas esquivarla pero vuelve a tu cabeza. Es inevitable negar cuando las cosas van mal, yo lo afirmo y lo asumo, quisiera desaparecer en veinticuatro horas y volver ¡plaf! como antes, sin que nada hubiese pasado, pero no puede ser. Así que 
                                              HOY, ESTO ES LO QUE ME PASA.