Dime cuantas veces has estado esperando
algo de esa persona. Cuantas veces has llorado sin parar en tu habitación, que
se te caía el mundo encima rodeada entre cuatro paredes. Dime cuantas veces te
has caído y no te has levantado sino que te has arrastrado. Dime que te duele
no ser perfecta, que pasan miles de preguntas por tu cabeza, que te encierras
en ti misma, que estallas, que no puedes. Pero oye, los problemas no son eternos,
siempre tienen solución, que hay que ser fuertes y levantarse de los tropiezos
que nos pone la vida para avisarnos de que después de pasar por un túnel oscuro
vienen cosas muy buenas, como dicen, “no hay mal que por bien no venga”. Por
eso hay que disfrutar de la vida, vive intensamente para ti, y recuerda que una relación no es aquella que
une a personas perfectas sino aquella en que cada persona aprende a vivir con
el defecto de la otra porque quien no valora lo que tiene algún día se
lamentará por haberlo perdido. Por eso
si quieres ser feliz haz feliz a alguien y si quieres recibir, da un poco de
ti. Que a veces de quien menos esperas es quien te hará vivir buenas
experiencias. Y no arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro.
Porque una persona fuerte es la que aún con lágrimas en los ojos se las arregla
para decir con una sonrisa, ESTOY BIEN.
Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.