Hay que saber elegir bien a la persona
por quien quieres complicarte la vida. Alguien por quien merezca la pena
rayarte a niveles infinitos, echarle de menos a morir cuando no está a tu lado,
fastidiarte por tenerle todo el día en tu cabeza, morirte de rabia porque cada
canción que escuchas y cada película que ves hacen que te sientas
identificada, imaginarte todo un mundo
con el antes de irte a dormir y admitir que te despiertas todos los días y lo
primero que quieres ver es un mensaje suyo con los buenos días. Hablo de amor,
hablo de querer y de nunca olvidarse, de prometer cosas imposibles, de fundir sentimientos,
soñar despiertos y encontrarse con la mirada. De echarse de menos y quererse de
más, de sentir reacciones químicas recorriendo toda tu anatomía, de corazones
latiendo a contra corriente y de no sacar su imagen de tu cabeza. Dicen que
pensar mucho en alguien es perjudicial para la salud, así que yo debo de estar grave, y por las noches debo
rozar el estado crítico. ¿Sabes que me
quitas horas de sueño y yo adoro dormir? Deberíamos jugar con las mismas
cartas, así que te deseo un insomnio lleno de recuerdos míos. Y es que quiero ser
tu talón de Aquiles, tu perdición, aquello que más desees, esa tentación
imposible de aguantar y tu imán. Quiero que mañana me quieras más que hoy, que todos tus “te quiero” sean solo para mí , que no irás por delante o detrás de
mí, sino a mi lado, que seré la dueña de tus labios y que cada vez que me caiga
tú estarás ahí para levantarme. Quiero convertirme en todo lo que un día
quisiste y si eres inteligente, no dejarás escapar. Sé que no soy la tía ideal
para cualquier hombre, pero ahí radica exactamente lo que no quiero, a
cualquier hombre. ¿No crees que la vida
es demasiado corta para estar enamorándose de lo común?
Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.