¿Sabes? A veces me gustaría no
necesitarte, no echarte de menos. A veces me gustaría no tener tantas ganas de
verte, no buscar en cada rincón de la ciudad tu mirada. ¿Cómo es que me haces
tanta falta? Si supieras la felicidad que me entra cuando te veo... Todo se
resume en mirarte, sonreír y olvidarme del mundo. Pero odio esto de tenerte en
mi corazón y no en mi vida. Porque cuando te vi me dieron ganas de inyectar tu nombre
en mis venas... Pero, mientras el mundo
decide si juntarnos o no, yo sigo aquí con ganas de encerrarte en mi inestable
universo y tú allí fuera formando galaxias con tan solo sonreír.
Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.