Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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OLEMOS A ALCOHOL Y A FRACASO POR NO SABER DIFERENCIAR ENTRE UNOS BESOS Y UNOS VASOS



No existe ese maravilloso botón de pausa del que todos hablan. No puedo decidir parar las cosas cuando a mí me dé la gana. Puedo tomármelo con calma, pensarlo y analizarlo, pero el mando a distancia universal sólo es para la televisión. No puedo evitar darle vueltas a mis sueños de esta noche en mi cabeza, ni dejar de pensar en el "¿y si hubiera hecho otra cosa en ese momento?". Muchas veces al día se me pasa por la mente la idea de abandonar y empezar de nuevo, pero ese ya es un truco que he utilizado demasiado. Los cuentos de hadas, con ponis, unicornios, purpurina y florecitas son geniales, pero vivir todo el tiempo en ellos es completamente imposible. Sólo quiero dormir, soñar algo nuevo, y despertarme sabiendo responder por lo menos a una de mis preguntas. Porque yo sola no me siento capaz. Hay días en los que casi no me tengo en pie. Y, sinceramente, no se si podré. No sé. Por ahora, solo me queda creer en ello y lograr que se cumpla.


FELIZ 2014