Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Tocada, hundida y sin ganas de que me rescaten..



Puede que me calle las cosas y las guarde para mi. Pero una, y otra, y otra aguantando cosas y fingiendo estar bien es imposible. ¿Crees que no tengo cosas por las que llorar? Muchas, soy humana y no tengo una vida perfecta. Me he caído un montón de veces, he llorado sin consuelo y me he conseguido levantar. Así he seguido hasta que he tropezado otra vez. La vida me ha dado muchas lecciones, de algunas he aprendido y de otras sigo dolorida. Pero así son los fuertes, vuelven a apostar, desde el principio, hasta el final. Y muchas son las cosas que se ponen en medio, que te hacen daño, que te entorpecen, y, de pronto, vuelves a caer al hoyo, donde solo ves oscuridad, donde no encuentras salida. Entonces te encierras en ti misma, y cierras los ojos y no quieres ver nada, porque no hay nada que merezca la pena ver. Pero, de repente, algo se ilumina, y te hace ver que las cosas no son tan malas como uno piensa, que subir a la montaña es difícil  pero cuando llegas, la vista es maravillosa. No me considero una valiente, sino fuera por ese rayo de luz, todavía seguiría en ese agujero. Afortunadamente, tengo algo, que me consiguió levantar. Y prometo, que, por eso, no me rendiré más, seguiré adelante, hasta el final.