Querida destinataria;
Lo siento, sé que no me he portado todo lo bien que querías, querías que estuviese contigo, que te apoyara en esa difícil situación, y créeme que lo intenté. Pero el destino me puso una prueba, o mejor dicho, nos la puso a las dos. Tú, fallaste en el primer intento, lo volviste a intentar, quisiste borrar lo escrito pero era difícil de borrar. Yo… supongo que eran pruebas muy difíciles, y aunque no supe superarlas con nota, lo intenté. Ahora parece que todo ha desaparecido, que pareces haber rehecho tu vida, y yo no puedo decir lo mismo. Sé que dentro de mi queda ese vacío, ese vacío que poco a poco ha ido agrandando el orgullo, y por mi parte sé que está mal pero no todo va en mi contra. Me gustaría que todo fuese como antes, que olvidemos todo lo pasado, y a esas duras piedras que me golpean, que parecen no romperse por muchos golpes que les den. Esas piedras que han conseguido que me sienta invisible, no querida, sola, estúpida… Pero ya me he cansado y me he conseguido levantar, todavía están sanando mis heridas pero pronto se curaran. Solo me queda por decir, que yo todavía no me he acostumbrado a no saber absolutamente nada de ti. ¿Tú podrías decir lo mismo?